martes, 22 de noviembre de 2011

“Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar”, Luis Sepúlveda (1996)

Volando por encima del mar del Norte, la bandada del Faro de la Arena Roja se dirigía a la gran convención de las gaviotas cuando encontró una marea negra. La “mancha viscosa” cogió en la trampa a la gaviota Kengah, que se volvió destinada a una muerte segura. Reuniendo sus últimas fuerzas, consiguió despegar, y alcanzó la ciudad de San Miguel. Allí vivía un gato grande, negro y gordo. Entonces Kengah confía en el gato para ocuparse de su huevo y enseñar volar al pollito. Siguiendo el código de los gatos del puerto, el gato Zorbas lo prometió. La gaviota murió algunas horas después con el cuerpo pegado por el petróleo. Solicitando la ayuda de tres gatos del puerto, Zorbas incubó al huevo hasta que naciera Afortunada, la pollita que fue así bautizada por sus raros padres para acordarse del milagro de su nacimiento. Cumpliendo su promesa, Zorbas siguió dedicándose a su papel, esperando que Afortunada fuera bastante fuerte para intentar su primer vuelo. Leyendo la enciclopedia del sabio gato Sabelotodo, los gatos aprendieron como una gaviota puede despegar con la técnica del italiano Leonardo Da Vinci. La pollita falló muchas veces y empezaba a perder toda esperanza, declarando que prefería quedarse con sus padres y vivir como un gato del puerto. Así, los gatos dieron a Zorbas el permiso de romper el tabú de los gatos del puerto y de pedir la ayuda de un humano maullando en el lenguaje de los Hombres. Finalmente, con el poeta que sabía “volar con palabras”, subieron la torre de San Miguel, la cual había salvado antes a la gaviota Kengah, para ver el vuelo de Afortunada. Emocionado por el momento que anunciaba la separación, Zorbas lloró como si la pollita naciera por primera vez.


A lo largo de las palabras de Luis Sepúlveda, se puede encontrar la denuncia de los efectos nefastos de los humanos sobre el medioambiente. El cuento empieza con la contaminación del mar por una marea de petróleo que mata animales. La historia sigue demostrando que no es posible confiar en un hombre, porque no suele respetar a otras especies. Sepúlveda sugiere esa idea a través de Zorbas, cuando declaró su afecto por la gaviota sin tomar su diferencia en consideración. Además, Zorbas vive con “su amigo” pero no confía en él para vigilar sobre el huevo. Por fin, los otros gatos no esperan más de los hombres que darles calamares a la romana. Así, los personajes actúan en secreto para salvar a la gaviota, como si tuvieran miedo del poder de destrucción humano.

Sin embargo, un ápice de esperanza se dibuja al final, cuando los gatos aceptan que Zorbas vaya a pedir la ayuda del poeta. Me parece que Sepúlveda decidió encarnarse en el papel de ese hombre, como si los escritores y poetas, es decir los hombres del pensamiento, tuvieran la capacidad de escuchar y respetar a los otros, quizás la capacidad de cambiar la situación con sus palabras que podrían influenciar sobre la actitud humana.

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